Pacha London

Después de la cena de gala para los niños africanos, había decidido dedicarse un poco más a los ensayos del musical. Empezando por lo que había pasado esa noche y la situación embarazosa al llegar aún ebria al ensayo a la mañana siguiente. La señora Montgomery, la encargada de los vestuarios, le dijo que había dejado el vestido nuevo impregnado en su lindísimo aroma a cantina.

Después de ese incidente, juró no darle más problemas a la señora Montgomery y a los directores y demás personas. Su padre se había enterado de que se había ido de fiesta a saber con quién y no estaba extremadamente contento, pero al menos sabía que no había habido ningún escándalo o algo por el estilo que hablara de su niña dorada.

Violet, un poco harta de no hacer nada y quedarse ensayando sus líneas y vocalizaciones, después de un show, decidió invitar a sus amigos del musical a un club nocturno que ella solía frecuentar bastante. Estaban asegurados los boletos pues su padre conocía a un conocido del dueño y le daba entradas al por mayor en algunas ocasiones. Esa era una de ellas.

Les entregó las entradas a todos y ya se verían dentro. Les anotó su número de móvil por si había algún problema para que la llamaran y finalmente fue a casa a cambiarse. Se miró al espejo para ver el resultado y quedó satisfecha con lo que veía. Se alació el pelirrojo cabello y se puso el perfume y los zapatos. Pidió el coche para que el chofer estuviera listo y bajó con un abrigo color negro. No había nadie en casa así que no se detuvo para nada.

Una vez en el club, entró sin problemas, como siempre lo hacía cuando iba sola o acompañada. Minutos más tarde, comenzaron a llegar sus amigos y pidieron algunas bebidas mientras la típica música ensordecedora retumbaba en sus oídos saludaba a la gente que había invitado y a quienes conocía que veía a lo lejos. Uno de los integrantes del grupo era el muchacho que hacía el papel de Enjolras y muchos le habían dicho ya a Violet que era simplemente un capricho, pero no estaba tan segura de ello. Le miró una última vez y luego se giró, dándole un sorbo a su Martini seco y yendo hacia la pista de baile con dos compañeras. Aquella tenía que ser una noche para recordar.

Vale, tenía que aceptar que la cara de emoción de algunos de sus amigos al entrar al club y ver a mucha gente que a veces simplemente podían ver en los tablones o cuando los invitaban a eventos especiales para personas especiales era algo sumamente nuevo y excitante para ellos. Violet estaba acostumbrada pero le parecían muy curiosas sus expresiones de emoción. Pensaba en que quizás podría invitarlos a más clubes si es que ellos así lo querían y finalmente ver que no era tan pretenciosa y que no conseguía lo que quería costándose con la gente de más altos rangos en la compañía musical.

Que quizás podrían aprovecharse de ella, si, también estaba consciente de ello, pero ahí era ella quien tenía el poder y si intentaban hacer algo para aprovecharse de su buena voluntad, sus vidas en los tabloides podrían acabar en cuestión de segundos.

Le sonrió a Angelique, una muchacha más o menos de su edad que había llegado de Francia hacía poquísimo tiempo porque le habían ofrecido el papel de Éponine y estaba haciendo un muy buen trabajo y había llegado a encariñarse con la francesa y parecía que era igual de parte de Angelique. Le dio un par de vueltas en la pista e incluso la francesa se había sonrojado cuando uno de los muchachos que habían ido con ellas le había pedido que bailara con él.

Sonrió a los demás y siguió bailando con quienes estaban a su alrededor: conocidos, desconocidos, le daba igual. Se bebió el tercer Martini y para entonces ya sentía que su cuerpo se aligeraba cada vez más gracias a los efectos de la ginebra. Escuchó por ahí que en su mesa habían comenzado con el tequila. No, no. Ella se mantenía lo más alejada posible del tequila.

De pronto sintió una mano en la cintura. No estaba desacostumbrada a eso, al contrario, no podía faltar la noche en que alguien le pusiera una mano encima para bailar o robarle un beso o a saber qué diablos. Pero lo que si la sorprendió, fue el beso en la mejilla sin dejarse ver el rostro. Abrió mucho los ojos y vio a las personas que tenía en frente. No, no podía leerles la expresión.

Se giró de forma abrupta pero sin dejar de bailar con el rostro sereno. Quizás si quien la estaba besando fuera guapo no tendría problema alguno en bailar con él. Y ¿Cuál fue su sorpresa al girarse? Que si, el chico estaba guapo y era altísimo, pero ella le conocía. Si, era ese muchacho de los Brit Awards, el guitarrista de esa banda que no recordaba el nombre. Ferd….Fernand… ¡Ferdynand! Claro que te recuerdo.-respondió casi de inmediato en que él le preguntó si se acordaba de él. Seguramente su voz se perdió un poco entre la altura del muchacho y la música que no daba pie a conversaciones.

Tenían historia pero en realidad no era una “historia” en toda la extensión de la palabra. Habían tenido un one night stand y, hablando de tequila, era lo que ella había estado bebiendo al haber aceptado con toda felicidad lo que Ferdynand pretendía sin haberle entendido demasiado de lo que decía por el acento polaco del chico y el alcohol que ya tenía encima.

Fuera lo que fuera, no había pasado de eso, una sola noche, sin embargo, Violet tenía que aceptar que hubo muchos eventos en los que deseó encontrárselo por ahí para tener otro one night stand y volverse a olvidar el uno del otro hasta que se volvieran a encontrar.

-¿Y vienes solo?

Si no hubiera recordado su nombre tampoco le habría importado, o no se habría dado cuenta para como estaba la situación. Mientras ella trataba de pronunciarlo él ya estaba escaneando a su compañera francesa con una sonrisilla descarada y una mirada penetrante que no se molestó en ocultar, aunque fue todo en cuestión de un segundo. Así era él pero pocas veces se le habían quejado por ser un cínico, quizá porque las personas con las que solía tratar tenían eso menos en consideración de lo que era normal, les importaban más otras cosas.

Tan pronto pasó ese segundo relámpago en el que Violet decía su nombre, Ferdynand ya estaba mirándola de nuevo, con una media sonrisa y el ceño todavía medio fruncido por las luces del lugar, y el sonido que aunque estridente, lo ayudaba a mantenerse alerta.

En un movimiento que parecía totalmente fuera del contexto y del lugar, intentando por todos los medios no tambalearse ni siquiera con la ida y venida de personas abriéndose paso en el lugar, le agarró un mechón de cabello para pasárselo detrás de la oreja con un movimiento pasmosamente lento, como si estuvieran en medio de un escenario romantiquísimo que hiciera al momento merecedor de que la mirara con más detenimiento. No era así, era en realidad una combinación de su borrachera con el efecto dimitiendo del cristal de más temprano, en conjunto con su extraña personalidad fuera de contexto lo que lo llevaron a hacer ese movimiento casi desarticulado.

-¿Eh?-Preguntó como perdido agachándose, recuperando la pregunta en cámara lenta y respondiendo mucho más tarde de lo que era debido luego del gesto cariñoso.-Sí…creo…no sé. Ajá, solo.

No estaba seguro, ni se acordaba, lo que equivalía a que sí, estaba solo.

-Ya veo que tú no.- Dijo echando otro vistazo a sus amigas, veloz, casi señalándolas con la cabeza aunque su movimiento se perdió entre las luces. -Pero no importa, voy a bailar contigo.

Por supuesto que se había dado cuenta de que estaba escaneando a su amiga Angelique. Violet negó con la cabeza mientras observaba los movimientos desatinados del Polaco. El ceño fruncido por las luces y le llegaba el olor de alcohol de su aliento. Sin duda alguna, el chico ya estaba completamente ebrio.

Angelique, por su parte, se sonrojó de una manera adorable por la forma en la que Ferdynand la miraba. Estaba segura de que, a pesar de vivir en Francia, por su procedencia y condición social, no estaba acostumbrada ese tipo de “atenciones” por parte de gente que desconocía. Además, lo entendía. A penas y tenía unos tiernos dieciocho años.

Regresó la mirada a Violet y esta le sonrió pero se extrañó muchísimo por el gesto…¿cariñoso? Que estaba teniendo el muchacho con ella. Bueno, no era que supiera todas sus mañas y formas de conquistar a una mujer, pero simplemente aquél gesto le era desconocido viniendo de su parte… o al menos no lo recordaba de la vez pasada. Le divertía la forma de tambalearse del chico y pensó que si se le caía encima los dos terminarían en el suelo porque de ninguna forma ella, tan menuda y pequeña de estatura, podría sostenerlo. Le puso una mano en el pecho aún un poco extrañada y aún esperando la respuesta de su pregunta que al final terminaba creyendo que no la había escuchado.

Se puso de puntillas para dirigirse a su oído y preguntarle de nuevo pero en ese momento le respondió. Vaya, de verdad que estaba completamente ebrio. Violet dirigió una mirada a sus amigas nuevamente y ya todas estaban cuchicheando y se alejaban lentamente mientras una de ellas le gritaba al oído que irían a la mesa con los demás.

-Vale, pero no creo que me aguantes el paso.-esta vez si se puso de puntillas y le dijo de forma audible en el oído para después enarcar una ceja y sonreírle de forma coqueta y desinhibida. Se terminó el Martini que llevaba en la mano antes y dejó la copa triangular en la barra más cercana.

No sabía que era lo que había consumido el polaco pero de igual forma sabía que con él podía pasarla bastante bien. Al menos esperaba que la falta de alcohol –al menos el suficiente- en su sistema no era causal para no pasar un buen rato. Lo tomó de la mano y lo jaló hacia donde la gente estuviera un poco apartada y que pudieran bailar sin –muchos- problemas. No sabía ni siquiera qué tipo de música era la que sonaba. Muchos decían que era lago tipo Skrillex o algo así. Fuera como fuera, no era la favorita de Violet pero tenía tanta energía que no le importaba.

Volvió a dar un repaso con la mirada a las amigas de Violet, sonriendo a medias como acostumbraba aunque con la sensación de que no alcanzaba a distinguir perfectamente sus caras ni sus formas por más fijo que las mirara. Le puso cara de no entender nada cuando le dijo eso de aguantarle el paso pero entonces se acordó que le había dicho esa estupidez de bailar, aunque lo que más importaba era esa sonrisilla de coquetería actoral que tan bien le salía.

Le medio sonrió de vuelta y se dejó llevar a quién sabía dónde. Había pasado ya un rato desde que había consumido el cristal así que, irresponsablemente, asumió que una línea de coca le ayudaría a bajar esa borrachera que no lograba controlar. Palpó sus bolsillos mientras Violet lo guiaba buscando que contara con los medios para poder consumir un poco antes de que cualquier cosa pasara.

-Eh, ¿a dónde vamos?

Preguntó pero seguramente ella no lo escuchó. A la mitad del camino en la búsqueda del lugar perfecto para bailar sin tantas molestias, el polaco se detuvo en seco y negó con la cabeza, jalando a Violet para el extremo contrario.

-Necesito estar en igualdad de condiciones, ven…

La llevó en dirección a los baños, abriéndose paso entre la gente a base de empujones y saltándose la línea que había afuera del baño en espera sin importarle tampoco las quejas al respecto. Una vez adentro volvió a palparse los bolsillos y buscó el paquete de coca que llevaba consigo, dejando caer un poco de cristal en el piso del baño sin ponerle mucha atención al accidente. Se las apañó para acomodar la línea en un anaquel triangular donde había un florero.

-¿Vas a querer?

Hizo solo una línea pero si Violet quería podría hacer dos. Él solo necesitaba el golpe para poder afrontar mejor la realidad. O algo así. Aspiró sin pensarlo y una vez hecho se lanzó sobre Violet como fiera para darle el beso que debió darle al saludar, esperando con ansias el subidón de adrenalina.

-Anda, pórtate mal.

Sintió como se detenía de golpe. Se giró y lo miró extrañada hasta que él empezó a jalarla hacia el otro lado. ¿A dónde la llevaba? Seguramente el polaco se había preguntado exactamente lo mismo cuando ella lo había jalado hacia un lugar un poco menos congregado en la pista o el simple piso del club.

Escuchó a penas lo que le decía pero no tardó demasiado en darse cuenta qué era lo que quería el muchacho. Fueron en dirección al baño y, evidentemente, no se había dado cuenta que había entrado al baño de mujeres y que todas se le habían quedado mirando. Violet les sonrió pero en realidad no les prestó atención.

-Oye, espérate, te metiste al baño equivocado.

Sin embargo el muchacho estaba lo suficientemente ocupado buscando en sus bolsillos como para prestarle algo de atención. Tan ocupado, que no se dio cuenta de que se le había caído todo el cristal al suelo. Violet se llevó la mano al rostro porque sabía lo que costaba algo como eso, no tenía que ser consumidora para saber de algunos tipos de mercancía que se movían por el medio. Conocía a la suficiente gente como para que le dijeran qué cosas eran las mejores y más caras a pesar de que ella no tenía pensado ni le interesara consumirlas.

Miró como Ferdynand se preparaba una línea mientras ella se remojaba el rostro y el cabello con el agua fría del lavamanos sin ninguna razón aparente. Negó con la cabeza cuando le preguntó si iba a querer una línea de cocaína pero no hizo comentario alguno. Una vez se secó las manos con una toalla de papel, se recargó en la pared al lado del polaco para esperar a que terminara.

No anticipó que Ferdynand se le lanzara como fiera una vez había aspirado la línea y la tomó por sorpresa pero de manera agradable. Le correspondió el beso casi de la misma forma haciendo que muchas mujeres cuchichearan a sus espaldas y a su lado sin importarles que ahí estuvieran y que les escucharan. -Conozco otras formas de portarme mal.-le respondió en el oído, parándose de puntitas mientras una de sus manos viajaba por su pecho hasta su entrepierna haciendo énfasis en su previo comentario. Se mordió el labio y enarcó las cejas, coqueteándole de forma descarada con la pura mirada.

-Llévame a bailar.

No escuchaba los cuchicheos, o en todo caso, estaba tan acostumbrado a esas cosas que ya no le importaban mucho, como si estuvieran medio bloqueadas en alguna parte de su cerebro. El único peligro que había en eso sería si hubiera una periodista chismosa y Violet quisiera cuidar su imagen pero por la forma en que le correspondía el beso que le había dado, eso parecía no importarle a ella tampoco.

Se decepcionó de que no aceptara la cocaína, en parte porque esperaba que todo el mundo fuera igual que él en ese sentido de hacer lo que se quería por el simple placer de sentir lo que se sentía, aunque ya llevara muchos años aceptando el hecho de que eso era imposible. Seguía sin darse cuenta del cristal que se le había caído, pero sí arqueó la ceja como en reto incrédulo ante eso de que conociera otras formas de portarse mal. La caricia lo desconcertó –no en mal sentido- y le provocó un escalofrío que tuvo como respuesta verla más deseable en ese mismo minuto.

-Esto no es portarse mal, niña lista. Es hacer lo que se debe hacer.

Le guiñó el ojo antes de volver a agacharse para besarla por segunda vez, rodeando su cintura y pegándola a su cuerpo. La cocaína todavía no hacía su efecto pero para el único fin para el que la necesitaba, según él, era para bajarse la borrachera. No creía ser un drogadicto incontrolable, para muestra la hermana de Marleen. Esa sí era todo problemas.

No era un as bailando, pero tenía presencia escénica, así que algo tendría que servirle de ese carisma para la pista o lo que fuera. De todos modos no planeaba bailar mucho ni nada de eso, aunque pensaba cumplirle el capricho por un rato, el suficiente. Volvieron a salir del baño y esta vez fue él quien se dejó guiar, aturdido por las luces, por el sonido de la música.

-No voy a aguantar mucho rato en este sitio, ya aguanté el suficiente.

Le anunció, aunque en realidad era el equivalente a decirle “un rato y nos largamos al diablo de aquí”.

Le tomó de la mano y lo guió fuera del baño, mirando a las demás muchachas que aún estaban en el baño y se les quedaban mirando después del pequeño espectáculo que acababan de dar ahí mismo. Les sonrió con un poco de suficiencia, aunque de forma agradable, que desapareció en segundos una vez estuvieron fuera de ahí.

Violet miró hacia los lados y primero pasaron por la mesa donde estaban sus amigos sentados y le robó el vaso a la misma Angelique, dándole un par de sorbos y luego, de la misma manera en que se lo robó, devolvérselo. No sabía qué contenía pero le había dado sed.

Finalmente llegaron a un lugar con poca gente conglomerada alrededor donde pudieran bailar sin demasiada gente atravesándoseles ni nada por el estilo. Evidentemente había mujeres intentando interponerse entre ella y el polaco, pero ella les apartaba de forma educada haciéndoles ver que estaba con ella, de la misma forma en que ella alejaba a quienes querían pasarse de listos con ella.

Sabía exactamente a qué se refería con eso de que ya había aguantado el suficiente tiempo ahí y que no aguantaría mucho más. Ella, a pesar de haber estado relativamente poco tiempo ahí, quería irse y dejar toda esa gente atrás y disfrutar del sonido de Londres por la noche.

Le gustaba el juego que las luces tenían sobre su vestido. Una intentando atrapar a la otra sobre a tela que se extendía hasta su piel perdiéndose en la misma debido al color prácticamente igual, haciéndola parecer una ilusión a los ojos de cualquiera, bebido, drogado o sobrio, elemento que jugaba a su favor le gustaba conseguir lo que quería o simplemente desatar un poco de polémica.

Como muchos pensaban, no le importaba lo que los tabloides dijeran de ella y por eso había estado tan calmada en el baño mientras Ferdynand se drogaba , la besaba o cuando se acercaba a él y le recorría el pecho hasta el costados, acercándose para besarle mientras movía la cadera y los brazos, besándole como si se le fuera la vida en ello, sin importarle que alguien la viera, sintiendo al fin que el alcohol comenzaba a subirle la temperatura.

Se puso de puntillas, acercándose a su oído-¿Por qué no me llevas a tu casa y me pones tu nuevo CD?-le dijo dejando que sus palabras se perdieran entre el sonido de la música ensordecedora. Levantó una ceja y se pasó la lengua por los labios, provocándole. Podría seguir bailando en su casa o a donde quisiera llevarla.

No se daba ni cuenta de qué mujeres intentaban interponerse y las que no. Estaba absorto en otras cosas y generalmente ese era uno de sus contras al momento de perder conquistas potenciales: el interés repartido que parecía tener por todas en todo momento, excepto cuando ya estaba en la cama con alguien. Al menos Violet tenía la personalidad para hacerse cargo de la situación y quitarlas de su camino, había quienes esperaban que fuera él quien lo hiciera. Sonaría a putada, pero él no se esforzaba en ello.

La diferencia esa noche era que el alcohol y la droga lo hacían menos vulnerable a poner atención a su alrededor y ella ya llevaba las de ganar. Lo mantenía interesado con su baile enfundado en su vestido color carne y con la humedad de sus labios. Él sentía que volvía a subir y subir, a su elemento, a su mejor estado de consciencia aunque fuera en realidad uno totalmente alterado.

Según él, bajo esas condiciones y sintiéndose cada vez menos borracho conforme a los efectos de lo que había consumido, era mucho más capaz de hacer cualquier cosa, incluyendo bailar, aunque siempre había pensado que se veía extraño tambaleándose sin una guitarra encima, sin estar concentrado tocando. Sentía que su altura lo hacía verse incómodo, desarticulado. Le daba igual, tampoco iba a negarle a nadie bailar por eso, menos si la que quería bailar era una chica bonita. Y menos si al bailar la chica en cuestión lo besaba como loca. Él correspondía con las mismas ganas.

Asintió de inmediato cuando le pidió que la llevara a su casa, sin hacer comentarios idiotas sobre su nuevo disco, que por supuesto no le pondría. Le pasó el pulgar por los labios antes de tomarla de la mano y sacarla de ahí, abriéndose paso entre la gente, sintiéndose cada vez con más energía. No le había sonreído ni había dicho más nada, pero esperaba que su seriedad no la pusiera insegura.

Una vez afuera sintió el viento tremendamente frío azotarle el rostro y temió que la borrachera se le subiera de nuevo. Se frotó la nariz antes de parar un taxi, al que la hizo entrar para después indicar que los llevara a Belsize Park, directo a su casa. Dentro del taxi no aguantó las ganas de besar su cuello y meter la mano bajo su vestido, sin muchos preámbulos, buscando la piel de sus muslos, tocarla por encima de la ropa interior, y hacer todo con la discreción de un adolescente que cree que el taxista lo va a bajar del vehículo sin ninguna razón en particular, tal vez solo por jugar. Dejó de atacar su cuello y le buscó la mirada, aunque sus dedos seguían acariciando por encima de la tela de sus bragas.

-¿Mañana no tienes importantes ensayos teatrales que atender?

Esa pregunta solo daba a entender que ahora sí, estaba mucho más despierto, el alcohol lo llevaba a la inconsciencia pero la cocaína siempre lo despertaba.

Antes de que pudieran irse, tenía que reportarse con sus amigos y decirles que pusieran a partir de ese momento, las bebidas corrían por cuenta de ellos. Había quedado con el mesero que les estaba atendiendo que cerrara la cuenta en cuanto ella se marchara pero que les siguiera atendiendo a ellos. Posteriormente le mandaría la cuenta a casa como siempre hacía. Le comentó a Angelique que se iría para que no se preocupara, que ellos podían hacer lo que quisieran y se verían al día siguiente antes del show, como siempre.

Siguió a Ferdynand fijándose por donde pisaba para evitar tropezar y romperse un pié con los tacones que llevaba. Una vez fuera sintió el frío viento de la noche pegarle con fuerza, sintiéndose aún más mareada de lo que ya estaba. Se reacomodó el cabello y se lo puso sobre los hombros, como si éste fuera a cubrirla o protegerla del frío.

Sintió el tacto frío el polaco sobre sus muslos haciéndola estremecer al mismo tiempo que sus labios tocaban su cuello. No prestaba atención al taxista y no le importó que estuviera mirándolos por el retrovisor o que pareciera tan tranquilo con todo ello, como si estuviera tan acostumbrado a ese tipo de situaciones y todo ello la estaba haciendo sentir más emoción, como si estuviera haciendo algo que no debería hacer.

-No hasta las cuatro.-respondió mientras su mano viajaba hasta la entrepierna del polaco y lo tocaba de la misma forma en que él lo hacía por encima de sus bragas. Se mordió el labio mientras se perdía en los ojos claros del polaco. Sonrió y ahora fue ella quien comenzó a besarle el cuello hasta que el taxista se detuvo y Violet reconoció la fachada de la casa donde ya había estado alguna vez.

Se bajó del taxi y esperó a que Ferdynand abriera la puerta, se mordió el labio de nuevo y no paraba de observarlo, como si su altura o su procedencia le fascinara a pesar de no saber más que lo obvio de cada uno y no saber qué han tenido que hacer para llegar a donde estaban. Para Violet, al menos, eso era algo que no necesitaba saber para el tipo de encuentros que tenía –o el que había tenido- con él.

A pesar de que en la casa no vivía nadie más, se sentía acogedora. Ella estaba acostumbrada al Pent-house que tenía en la ciudad. La casa de sus padres siempre estaba vacía y se sentía fría. Todo lo contario a una casa común y corriente como ella. Siempre decía que cuando ella tuviera los suficientes ahorros gracias a su trabajo, compraría una casa sencilla y que siempre se sintiera el calor de hogar. Tal vez por eso pasaba tan poco tiempo en casa.

Tomó la mano de Ferdynand y lo acercó al sillón, empujándolo suavemente para que se sentara y ella poder sentarse con delicadeza sobre sus piernas y comenzar a besar su cuello, desabotonándole los primeros botones de la camisa que sus dedos encontraron, delineando con los mismos los huesos de sus clavículas, deseando retirarle toda la ropa ya.